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¿Sabías que la osteoartritis (OA) afecta a cerca del 40% de la población de perros y gatos?

Así es; la prevalencia de esta enfermedad y el dolor asociado, tanto en gatos como en perros, esta infravalorada. De hecho, en investigaciones de mercado recientes1 los veterinarios encuestados manifiestan que solo el 23 % y el 13% de los gatos están diagnosticados, siendo en la realidad un problema mucho más extendido. En cuanto a la presencia de dolor asociado, más del 40% de los perros sufren dolor por artrosis, mientras que tan solo el 20% son tratados. En gatos, existe evidencia radiográfica de artrosis entre un 60 y un 90%, y el 40% aproximadamente presentan signos clínicos de dolor relacionado con la artrosis.

Y es precisamente el dolor que provoca esta enfermedad lo que hace que el estado general del paciente se deteriore, no solo a nivel musculoesquelético, sino que también el sistema cognitivo y hasta el afectivo del animal se ven afectados.

La sensibilización central, pieza clave del dolor asociado a osteoratritis

Además, entra en escena la sensibilización central, una condición del sistema nervioso asociada con el desarrollo y mantenimiento del dolor crónico. Todo ello provoca además de la obvia pérdida de calidad de vida del animal, una mayor resistencia al tratamiento que, a su vez, genera problemas en el manejo y evolución de la enfermedad.

“El problema real es el dolor, explica el Dr. Duncan Lascelles, profesor de cirugía y manejo del dolor en la Universidad Estatal de Carolina del Norte y presidente del Consejo Global del Dolor de WSAVA (GPC); el dolor genera más dolor, ya que los cambios producidos en el sistema nervioso contribuyen al mismo. Los nervios periféricos están en el origen del resto de cambios en el `sistema de detección del dolor´. Cuanto más activos estén estos nervios, mayor es la conducción de cambios al sistema nervioso central y mayor es el dolor. Otro factor esencial es que estos nervios activados desempañan una función en la inflamación de la articulación (inflamación neurogénica)”.

Innovaciones en el tratamiento del dolor de la artrosis

Actualmente no existe un tratamiento orientado al control de la enfermedad, osteoartritis. El abordaje clínico se centra en el empleo de, AINEs que, mediante su mecanismo de acción, inhiben la producción de prostaglandinas; ejercicio, optimización del peso corporal y dietas ricas en ácidos grasos ω 3, sin olvidar el posible uso de otros analgésicos.

También existen tratamientos locales intrarticulares, con agonistas TRPV1 y transcapsacina, que sobreestimulan y agotan las neuronas centrales durante un periodo de tiempo.
Lo cierto, según explica Lascells, y dado que todos los procesos de sensibilización que se producen están ocasionados por la aportación periférica, es que existen numerosas posibilidades de actuar a nivel de los nervios periféricos en diversas dianas, siendo los anticuerpos monoclonales anti NFG (Factores de Crecimiento Nervioso) un avance revolucionario para el tratamiento del dolor asociado a la OA en medicina humana y veterinaria.

En los periodos prenatal y postnatal, el NGF es necesario para la supervivencia, tanto de las neuronas sensoriales como de las simpáticas. Sin embargo, en adultos, el papel principal de NGF en la periferia cambia de soporte trófico de neuronas sensoriales y simpáticas a la modulación de la actividad neuronal nociceptiva, generando dolor, como sucede en la osteoartritis. En este último caso provoca cambios funcionales en los nervios sensoriales, aumentando las señales de dolor e incrementando la inflamación, actuando además sobre las células del sistema inmune activando mediadores pro- inflamatorios.

El objetivo de los anticuerpos monoclonales anti-NGF es reducir la sobreexpresión de NGF a niveles más normales, y evitar su unión a su receptor (TrKA), bloqueando la señalización y desarrollo de la sensibilización central e inflamación neurogénica.

Referencias

1 Data on file. Zoetis Market Research 2018/2019.