ONE HEALTH

Un abordaje multidisciplinar de las zoonosis

Pese a llevar vigente desde 1964, el concepto One Health ha cobrado más sentido que nunca de un tiempo a esta parte, en la medida en la que riesgos para la salud, tales como la actual pandemia, se han ido acrecentando.

Cuando la salud pública se ve amenazada, saltan las alarmas, evidenciándose la necesidad de un abordaje conjunto desde las diferentes disciplinas sanitarias, humana, animal y medioambiental, para lograr una preservación efectiva de la salud de la población. Solo desde un enfoque multidisciplinar es posible hacer frente a las amenazas, beneficiándonos de la colaboración conjunta, las sinergias y entendiendo la salud como un todo indisociable.

Precisamente la actual pandemia del COVID 19, tiene su origen en un virus de origen animal transmitido a la especie humana. Esto es lo que se conoce como zoonosis. Así, si entendemos la salud animal o medioambiental como aisladas de la salud humana, prevenir y controlar el contagio de enfermedades interespecie se convierte en una tarea casi imposible, más aún si tenemos en cuenta que el alcance, la magnitud y las repercusiones mundiales de las zoonosis que enfrentamos actualmente no tienen precedentes históricos.

Las cuatro grandes pandemias de la humanidad

A lo largo de la historia, este fenómeno se ha repetido en múltiples ocasiones, provocando miles de pérdidas humanas. Es el caso de la peste negra en el siglo XIV, considerada la zoonosis más letal de la historia. Transmitida por contacto directo con pequeños mamíferos infectados o mediante vectores (pulgas), la peste negra fue parcialmente erradicada en el siglo XIX con el desarrollo de una vacuna. Bien es cierto que, salvo en Oceanía, se trata de una zoonosis aún existente, especialmente en Madagascar, la República Democrática del Congo y Perú, aunque controlada gracias al desarrollo de soluciones vacunales.

Otra de las enfermedades de origen zoonótico que más estragos ha causado a lo largo de nuestra historia es la rabia. Una enfermedad viral presente principalmente en la especie canina, transmitida a través de su mordedura. La mayoría de las muertes por rabia, tanto en seres humanos como en animales, se debe a un acceso inadecuado a los recursos de salud pública y a los tratamientos preventivos pues, desde que en 1885 Louis Pasteur desarrollase la vacuna antirrábica, su prevención y erradicación es posible.

No podemos dejar de mencionar dos de las zoonosis que con frecuencia más familiares nos resultan por haber sido identificadas durante la década de los 90. Se trata de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), comúnmente conocida como la enfermedad de las vacas locas, y la gripe aviar. Provocada por una ingesta por parte de las vacas destinadas al consumo humano de piensos contaminados con carne de rumiantes, la EEB fue identificada en la especia humana en 1996 llegando a ser insignificante poco después con el cese de la alimentación del ganado vacuno con restos animales.

Finalmente, la gripe aviar, identificada por primera vez en individuos de la especie humana en 1997 y tras haber sido causante de dos epizootias (epidemias en animales) durante los años 80 y 90 en EE.UU. y México y varios brotes en humanos, es a día de hoy una infección con una incidencia insignificante aunque existe un riesgo potencial de pandemia si la cepa conocida, solo transmisible de aves a humanos, llegase a mutar.

Las vacunas, el punto final de las zoonosis

En este punto, ni que decir tiene el papel sumamente crucial que ha jugado la ciencia en lo que se refiere al desarrollo de medidas de prevención para el control de las zoonosis. De hecho, todas las anteriormente mencionadas han sido atenuadas e incluso cuasi erradicadas a excepción de ciertas zonas geográficas localizadas, gracias al desarrollo de soluciones vacunales administradas a las especies de origen, en el caso de las zoonosis, los animales afectados.

Sin embargo, pese a la gran utilidad de las vacunas como herramienta de prevención, no todos los países tienen los mismos recursos y cuentan con acceso a las mismas oportunidades, lo que explica que, aun existiendo medidas de control, ciertas zoonosis que datan de siglos atrás sigan teniendo incidencia.

Es por ello que, para evitar su diseminación a gran escala y debido a su potencial peligrosidad y riesgo de pandemia, la legislación española y europea, en concreto el RD 1940/2004 sobre la vigilancia de zoonosis y los agentes zoonóticos recogen una clasificación en dos listas A y B, según deban ser objeto de vigilancia continua o en función de su situación epidemiológica. En la primera, enfermedades como la brucelosis o la salmonelosis encabezan la lista, mientras que bajo estatus de vigilancia condicional se encuentran enfermedades como la tuberculosis o la mencionada rabia.